domingo, 27 de noviembre de 2011

¿Qué hubiera pasado si...?

Este ensayo va sobre la atención, pero no sobre la atención que podemos prestar a un profesor si no a la atención que damos a lo que hacemos.

Con esto me refiero a nuestras acciones, lo que decidimos hacer cuando elegimos. Todos los días tomamos elecciones, más o menos, pero siempre alguna, porque hasta si simplemente estamos en casa, podemos decidir qué vamos a comer o qué vamos a hacer.

Reflexionando sobre esto, muchas veces me he dado cuenta de que casi nadie piensa nunca esto : “Vaya, quizás si hago esto llegue a conseguir x cosa pero si hago aquello otro no llegaré a ser de tal manera”. No solemos darnos cuenta de cuánto por hacer o no hacer algo puede llegar a cambiar nuestro futuro y nuestra  vida.

Incluso el más mínimo cambio puede trastocarlo todo. Por ejemplo cuando en alguna serie viajan al pasado y siempre les dicen, no toques nada no hagas nada, porque cuando vuelvas puede que todo haya cambiado.
Esto también puede darse en un caso real. Imaginemos que una persona tiene que decidir entre ir a comprar o quedarse viendo la tele. Si se queda viendo la tele, a primera vista su vida no cambiara apenas, la única consecuencia será que tendrá que ir a comprar otro día . Pero imaginemos que si va a comprar, al salir de la tienda ve que una niña va a cruzar la carretera cuando viene un coche y la detiene. La decisión que tenía que tomar era muy simple, en realidad una tontería, pero vemos cómo toma importancia para su propia vida o en este ejemplo, para la de esa niña.

Siempre que pensamos en esta atención a lo que hacemos o no hacemos, es cuando nos ha pasado algo más grave. Porque cuánta gente no se ha preguntado tras una pelea o incluso tras la muerte de un ser querido, ¿qué hubiera pasado si…?

Y siempre de esta pregunta nos viene la culpabilidad, porque quizás en el pasado actuamos mal siendo conscientes de ello por un enfado momentáneo, y luego cuando hemos analizado la situación hemos pensado cuánto hubiera cambiado el futuro por nuestras acciones o comportamiento.
No creo que tampoco esté bien obsesionarse mucho con esto, porque yo soy así y hasta las elecciones más tontas me las pienso mucho porque siempre lo tengo en cuenta, así que soy muy indecisa. Pero tampoco quiero decir con esto que no debamos tenerlo en cuenta, porque siempre tenemos que saber que nuestros actos y los de los demás tienen consecuencias, aunque esto no debería producirnos una preocupación excesiva.

En conclusión simplemente puedo decir que tenemos que tomar decisiones muchas veces, que debemos tener en cuenta lo que pasará pero tampoco preocuparnos excesivamente. Puede que algo salga bien o mal pero nunca lo sabremos, porque los causantes de un suceso nunca es solamente uno, soy de la opinión de que los actos de varias personas (incluso de personas ajenas al asunto) son los que llevan a que algo salga bien o mal, así que la culpa nunca será simplemente de una persona sino de varias. Si algo sale bien, hay que agradecer al que haya colaborado, y si sale mal, si verdaderamente es tan malo, no valdrá la pena buscar culpables a algo que no se va a solucionar, porque cuando buscamos culpables es para quitarnos el peso de la culpabilidad que sentimos nosotros o para aliviar nuestro dolor pensando que el “culpable” está pagando sus actos, por ejemplo, si alguien ha sido asesinado, en realidad que el asesino esté en la cárcel no va a hacer que este resucite, no se hace justicia con el fallecido sino con los que quedan afectados con su muerte.

domingo, 20 de noviembre de 2011

¡Llevo razón!

Todas las personas por naturaleza somos algo o muy cabezonas, depende de la persona. Esto es algo que nos sale espontáneamente porque luego ya más calmados y pensándolo detenidamente nos damos cuenta de que quizás nos estábamos pasando, que puede que no tuviéramos tanta razón y que tendríamos que haber cedido un poco más.


Me pregunto respecto a esto, ¿por qué somos tan cabezotas e insistimos tanto en que tenemos razón?

Creo que la principal respuesta a esto es porque somos orgullosos, con esto quiero decir que tenemos miedo de lo que pueda ocurrirnos y para qué esto no pase, no vamos a ridiculizarnos y así no nos dejarán mal.

A nadie le gusta parecer inferior a los demás, o incluso que se puedan llegar a burlar de nosotros, así que siempre vamos a querer que lo nuestro sea lo correcto.
Puede que en algún momento en esta situación, lleguemos a saber que no llevamos razón, pero por el miedo que tenemos a cómo nos tratarán, seguimos manteniendo esa convicción.

Esto muchas veces nos acarrea problemas, porque igual que nosotros somos orgullosos los demás también pueden serlo y ninguno quiere ser el primero en ceder aunque sepa que eso sería lo correcto. Un ejemplo que tengo de esto es que hace dos años, me peleé con una amiga, y la semana en que nos peleamos yo me di cuenta de que tenía que pedirle perdón, y lo hice, pero ella  no me perdonó, por orgullosa y yo más orgullosa aún decidí que ya me había rebajado y que aún así no había conseguido nada, por lo tanto no iba a volver a hacerlo para que ocurriera lo mismo. Por esta tontería estuvimos casi tres meses sin hablarnos, y aunque me volví a dar cuenta de que tenía que pedirle perdón no lo hice por miedo a que volviera a rechazarlo. Si no hubiera sido por una amiga nuestra nunca nos hubiéramos reconciliado, porque un día estando las tres solas, esa chica nos soltó que si no íbamos a perdonarnos nunca, y entonces nos pedimos perdón mutuamente, nos abrazamos y al día siguiente todo era como antes.

Es verdad que cada uno tiene que defender lo que opina y que nadie puede obligarle a cambiar esa idea, sino que si la cambia debe ser porque él mismo se dé cuenta de que era equivocada. También debemos darnos cuenta de que cada uno tiene su propia forma de pensar y juzgar, y nunca debemos burlarnos de nadie por ello, ya que no nos gustaría que nos los hicieran a nosotros. Mi opinión es que tenemos que aceptar todos los puntos de vista aunque nos parezcan equivocados, siempre y cuando no violen ninguna ley o no sea moralmente muy incorrecta.
Entonces no creo que el orgullo  en exceso esté bien, es normal que tengamos miedo a que nos inferioricen pero si nos damos cuenta de que obramos o pensamos mal, debemos dejar esto de lado, y ser capaces de recapacitar y reconocer nuestro error. Si no yo hubiera seguido sin hablar con esa chica para siempre, y no hubiera valido la pena mantenerme en mis trece si perdía nuestra amistad, es decir, que a veces vale más la pena lo que puedes llegar a perder que la opinión o acto que defiendes.


domingo, 13 de noviembre de 2011

Amar

Te puede atraer una persona, te puede gustar una persona, leemos esto y nos puede parecer lo mismo, pero en realidad hay una gran diferencia.
Si te atrae alguien puede ser por su físico, su sentido del humor, su personalidad, siempre algo bueno, es un lazo que te une a esa persona, algo consciente, porque por una tontería puede acabar, un comentario o una broma inocente puede hacer que jamás vuelvas a fijarte en ella. 
Si nos gusta alguien, lo tomamos todo, igual da que sea guapo o feo, aceptaremos sus defectos, aguantaremos sus enfados, consolaremos su dolor y secaremos sus lágrimas. Amar a alguien puede ser algo muy fácil o infinitamente difícil.
 Cuando alguien nos gusta no nos importa cómo va a acabar, solo queremos que algo empiece ya. Mil mariposas vuelan en nuestro interior cuando pensamos en ese alguien y una sonrisa recorre nuestra cara si le vemos. Morimos de celos si le vemos con alguien y no podemos reprimir nuestra felicidad si está a nuestro lado, si nos hace caso, si nos habla, nos mira o nos sonríe.


Aprendemos a amar no cuando encontramos a la persona perfecta, sino cuando llegamos a ver de manera perfecta a una persona imperfecta.
Sam Keen (1931-?) Escritor, profesor y filósofo americano.


No puedes decir así de repente “Ya no me gusta” o “Ya no le quiero” es un proceso del que no te das cuenta, no tiene que durar mucho, simplemente tienes que percatarte de que si te importan los defectos de esa persona, de que te da igual con quien esté hablando o de si te hace caso o no.


La señal de que no amamos a alguien es que no le damos todo lo mejor que hay en nosotros. 
Paul Claudel (1868-1955) Escritor y diplomático francés

Y creo que lo que más duele de amar, y este es el motivo de que algunos le tengan miedo, es el final de ese amor, tanto si acaba por tu parte como si es por el otro. Si dejamos de amar, nos entristece que esa persona no signifique lo mismo para nosotros, que hubo un momento en que la quisiste tanto que hubieras matado por ella pero que ahora no pondrías tu mano en el fuego. Si nos dejan de amar el dolor viene si tú sigues amando a esa persona, lo que te entristece es que tu no signifiques lo mismo para ella.

Es duro, es doloroso, no ser amado cuando se ama todavía, pero es bastante más duro ser todavía amado cuando ya no se ama.
Georges Courteline (1858-1929) Dramaturgo y novelista francés


El amor es un juego, es arriesgado porque no conoces su final, no sabes qué pasará, siempre tienes miedo a intentarlo, ya que sabes que si termina vas a sufrir de una manera u otra. Aún así siempre lo intentamos, siempre jugamos, precisamente porque no sabemos el final, no podemos adivinar si ganaremos  o perderemos, lo que sabemos es que si jugamos tendremos recuerdos de ello, y pase lo que pase debemos quedarnos con los buenos, porque el amor es más bueno que malo y si no lo intentamos siempre nos quedará una espina clavada, el “¿Qué hubiera pasado si….?